La paradoja de un diálogo (estético) de sordos

En un diálogo de sordos, la paradoja es entenderse; a veces pasa. Jan Švankmajer, en una de las partes de Dimensiones del diálogo, muestra cómo una comunicación que comienza bien, en la que sus actores (emisor y receptor alternativamente) se complementan, luego ya no funciona: si al principio el que ofrece un cepillo de dientes obtiene dentífrico, el que saca una rebanada de pan consigue queso untable, el que propone un zapato recibe un cordón y el que muestra un lápiz es respondido con un sacapuntas, luego nada de esto funciona (dentífrico para el pan, queso para el zapato, cordón para el lápiz y sacapuntas para el cepillo). El diálogo, la comunicación, fallan. Pero hay veces que funcionan, y esto en ocasiones sucede, incluso, contra todo pronóstico. Como un diálogo de sordos, que si funciona es paradójico.

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Malpartida Fluxus Village es un documental sobre el movimiento artístico Fluxus y particularmente sobre el museo que el ya fallecido artista alemán Wolf Vostell fundó en la ciudad que da título al film, en la provincia extremeña de Cáceres. El documental se propone indagar sobre la comunicación (entendida en este punto, en parte, como convivencia) entre el museo y los artistas de Fluxus por un lado, y el pueblo por otro. Pero es, además, un documental sobre la comunicación entre arte y naturaleza, y entre lo “prehistórico” y lo moderno. Comunicación, siempre, entendida también en su dimensión contraria: como desencuentro, como «sordera», como paradoja.

Aunque Vostell ya no está entre ellos, la viuda le celebra en su casa un cumpleaños. Lo echan de menos, lo recuerdan como lo que fue: un gran artista; y brindan en su honor. Brindan por la utopía en el arte, brindan por su persona, y su mujer brinda por aquello que él le enseñó: a ser libre e independiente. Utopía, libertad e independencia se cuelan como valores destacables de este movimiento artístico.

Al otro lado, o más bien en el mismo sitio (Malpartida), pero del otro lado en esta «conversación», está el pueblo. El documental interroga a un grupo de habitantes en la puerta de la iglesia, minutos antes de que entren a misa. Frente a preguntas que indagan sobre el pasado del pueblo y sobre el arte de Vostell o el sentido del museo, cada uno de los interrogados parece tener una respuesta diferente. Como no se les pregunta uno por uno sino en general, al grupo, ellos responden de la misma manera: todos juntos, todos al mismo tiempo. No se escuchan, no debaten, cada uno habla como si ningún otro estuviera hablando. Al final, el hombre de voz gruesa, que discrepa, logra imponer su voz sobre las demás. Sin embargo, todavía falta un elemento que agrega ruido a este desastre comunicativo: las campanadas de la iglesia. Ninguno se inmuta, siguen con su parlamento tapado, callado por sonidos externos. Parece un gag pero es real. Es el modo en que el pueblo se comunica no ya entre sí ni con el arte, sino con el propio documental.

Como si todo tuviera que ver con las dificultades comunicativas, como si la cámara se ubicara para hablarnos de lo que desde el habla falla, la escena en la que la viuda de Vostell se abanica mientras su invitado de la derecha habla, parece decir mucho: con cada abanicada, la cámara, ubicada a la izquierda de ella, sólo saber ver cómo la boca del que habla queda tapada con el abanico al subir y se destapa cuando baja. Es estética. En un sentido, es arte también.

La naturaleza está afuera, ahí donde uno de los artistas fluxus dice que está el arte, y no dentro del museo. La naturaleza es arte. La naturaleza es «prehistórica» y el arte de ellos es moderno (happenings y performances, sobre todo). El pueblo es público que se presta a todo espectáculo.

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Los artistas que aún están en Malpartida ni siquiera hablan español. Sin embargo, parece que se entienden. Y si no, hay un intérprete, que no traduce literal sino que dice más o menos lo quiere, o tal vez sea que reinterpreta. El diálogo de sordos, again, y la paradoja: entenderse. Hay comunicación -sí que la hay- en este documental sobre arte y pueblo, sobre innovación y tradición, donde el ruido, el sonido ambiente, los distintos idiomas, la música y hasta la misa dicen cuando callan lo otro, que a su vez también dice aunque sea callado. Es decir, diálogo de sordos, pero mucho más diálogo que sordos.

Queso para el zapato mucho más que para el pan, y la construcción de sentido precisamente ahí, en esa «dimensión estética» del diálogo.

Florencia del Campo

3 comentarios en “La paradoja de un diálogo (estético) de sordos

  1. Hola, Florencia:

    Un texto más que notable, en el que incides en lo esencial de este documentañ y enmarcas tu discurso con una referencia que es sorprendente pero también oportuna (las «Dimensiones del diálogo» de Jan Svankmajer). No obstante, te haría aquí una sugerencia: quizá le hubiese venido bien al texto que pulsaras una cierta clave didáctica y explicaras de manera más o menos sucinta en qué consistió el movimiento Flucus y cuál era su credo ideológico y estético, porque eso hubiese aportado más sentido a la iniciativa de Vostell de colocar un museo precisamente ahí. Hay muchas ideas fluxus situadas en el sustrato de tu texto, pero todo eso podría no quedar suficientemente claro a un lector que se encontrase con el b¡nombre de fluxus por primera vez.

    Y un matiza: los artistas fluxus que aparecen en algunas escenas de la película y que no hablan castellano, no siguen viviendo en Malpartida. Fueron simplemente invitados por la viudad de Vostell para la celebración de ese 80 aniversario del artista que, en buena medida, sirvió de base al rodaje del documental (cuya preparación, no obstante, se prolongó durante bastantes años en los que la directora tuvo que ganarse la confianza de la viuda y del entorno directo de Vostell).

    un abrazo,

    jordi

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    • Sí, Jordi! Tienes razón en ambas cosas. Lo segundo, de hecho, me gustaría corregirlo, sobre todo de cara a que el texto pueda servir el día de mañana para una eventual revista, por ejemplo. Digo, es un cambio muy fácil y simple, retocar ese comentario de modo que no afirme que ellos viven ahí, al menos. Te parece bien? Lo puedo hacer?

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